En Mérida, la historia de un devastador incendio forestal que comenzó el 14 de agosto ha tomado un giro trágico. Se estima que las chispas provenientes de las ruedas desgastadas de un camión cargado de paja fueron las responsables de un siniestro que arrasó unas 5.900 hectáreas de montes y dehesas, ecosistemas de inmenso valor ambiental, afectando seriamente a varios municipios de la Campiña Sur.

La situación se volvía crítica cuando la Guardia Civil, dada la cercanía de las llamas a una urbanización en Llerena, activó el Nivel 1 de alerta por incendios. Un despliegue de más de 21 camiones, tres helicópteros y dos aviones apoyaron las intensas labores de extinción que se prolongaron durante cinco días, en un esfuerzo conjunto que movilizó a numerosos equipos especializados y efectivos de diversas localidades de Andalucía y Castilla-La Mancha.

El operativo de extinción incluyó la colaboración de técnicos del medio natural, bomberos forestales y varias patrullas de la Guardia Civil, todos trabajando en sinergia para contener el avance del fuego y proteger tanto a las comunidades locales como a la flora y fauna del área. La magnitud del esfuerzo resalta la importancia de contar con recursos adecuados para combatir este tipo de emergencias.

La investigación sobre el incendio ha sido llevada a cabo por el Equipo del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de Badajoz y la Patrulla del SEPRONA de Fuente de Cantos. Su indagatoria ha apuntado hacia el conductor del camión, quien, al circular con las llantas en mal estado, generó chispas que no solo encendieron la carga de paja, sino que también consumieron el vehículo antes de extenderse al entorno vegetal circundante.

Ante la contundencia de las pruebas, se han abierto diligencias judiciales que ahora se encuentran en manos del Juzgado de Instrucción de Zafra, mostrando así el compromiso de las autoridades para esclarecer los hechos y tomar medidas adecuadas que eviten que tragedias como esta se repitan en el futuro.